lunes, 18 de enero de 2016

ADAPTACIONES DE LA FLORA Y FAUNA EN LOS DESIERTOS

ADAPTACIONES DE LA FLORA Y FAUNA EN LOS DESIERTOS

ADAPTACIONES DE LA FLORA:
Resulta sorprendente como los seres vivos de estas zonas han logrado solucionar la escasez de agua, ya que en estas regiones llueve menos de 700 mm/año, inclusive en algunas partes pueden pasar años sin que ocurra un aguacero significativo (como referencia, en la ciudad de México llueven cerca de 750 mm/año, y en una selva tropical caen por lo menos 2 000 mm/año). Sin embargo, no sólo la carencia de humedad moldea al matorral, sino también el clima, que suele ser extremoso, con grandes cambios de temperatura, siendo las noches frías y los días muy calurosos.
En estas condiciones, las plantas y los animales han desarrollado ingeniosas adaptaciones a lo largo de millones de años, algunas muy visibles, como hojas pequeñas para evitar la evaporación, tallos gruesos como reservorio del codiciado líquido, y espinas a modo de defensa contra los animales sedientos. La fauna de estas zonas también ha desplegado corazas de protección, ingeniosos sistemas de almacenamiento de humedad y una alimentación que aprovecha al máximo el agua disponible; pero sobre todo ha desarrollado una forma de vida y un metabolismo que le permite sobrevivir y reproducirse aun en los años más difíciles.
En general, las lluvias no guardan un ritmo estacional.
Algunos desiertos reciben más precipitaciones en invierno; en otros, puede no llover durante diez años. Las semillas sobreviven protegidas por sus duras cortezas; cuando llueve, siempre torrencialmente, germinan con rapidez. Rápidamente las plantas crecen, florecen y generan nuevas semillas. Las que no mueren enseguida deben resistir el clima seco y, por un mecanismo de adaptación a la sequía, absorben y conservan agua
El cacto americano, por ejemplo, la almacena en su tallo; las hojas, transformadas en espinas, no eliminan agua y defienden a la planta. El proceso de fotosíntesis tiene lugar en las células superficiales del tronco. En general, las plantas del desierto tienen raíces muy profundas para captar la humedad subterránea, y crecen muy alejadas unas de otras para aprovechar mejor el agua.
Con la vida vegetal se renueva también la fauna. Aparecen numerosos insectos, arañas, escorpiones y ciempiés. En los charcos que se forman temporariamente se activan huevos de crustáceos que han estado largo tiempo -a veces, décadas- en estado latente. Ranas y sapos se multiplican, y al evaporarse el agua se entierran para escapar del calor. En los reptiles del desierto, las escamas evitan la pérdida de agua. Los mamíferos que prevalecen son roedores excavadores, que se alimentan de semillas. Poseen patas posteriores fuertes, con las que saltan y se desplazan rápidamente. La rata canguro vive en los desiertos americanos; el jerbo y la rata del desierto, en África, y el canguro marsupial en Australia. Sólo en las cercanías de los charcos pueden subsistir algunas especies de herbívoros. Ciertas cebras africanas detectan la presencia de aguas subterráneas, y construyen sus bebederos excavando con las pezuñas.
A pesar de la sequedad y el calor extremos, los desiertos no son regiones muertas. Al atardecer o cuando cae la noche, comienzan a mostrarse aves, reptiles, roedores.

FAUNA
Los animales también tienen diversas estrategias para sobrevivir a las duras condiciones del desierto.
Algunos ponen huevos muy resistentes a las condiciones de sequedad, los que suelen sobrevivir durante años hasta que se den nuevamente las condiciones de humedad que permitan su desarrollo.
Los pocos anfibios que existen en los desiertos son animales capaces de permanecer largo tiempo en letargo (somnolencia) durante los períodos secos; así, al igual que las plantas e insectos, esperan que llegue alguna lluvia para aparearse y poner huevos. Tal es el caso de la ciclorama, de Australia, que puede permanecer en letargo, enterrada en el suelo, por varios años.
Muchos animales del desierto, como aves y roedores, mantienen reducidas poblaciones y solo se reproducen después de las precipitaciones de invierno, cuando el crecimiento de la vegetación asegura el sustento.
La mayoría de los animales que habitan en el desierto no beben casi nada de agua, obteniéndola del propio metabolismo de los alimentos, como es el caso de los almidones, que al metabolizarse, producen dióxido de carbono y agua, los que les permite vivir sin beber por largos períodos de sequía.
La mayoría de los animales que viven en el desierto aprovechan de salir cuando las condiciones son favorables, sobre todo en el amanecer y el crepúsculo, evitando los grandes calores diurnos y los extremos fríos de la noche, cuando permanecen en sus madrigueras.





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